El día no parecía tener nada de interesante, después de un par de conferencias absurdas decidí salir del hotel y caminar un rato por la playa. De chico recordaba ese paseo sin rumbo en cuanta playa visitabamos. Consistía en simplemente bordear la costa mientras el agua de las olas del mal acariciaban los pies de vez en cuando, mientras la brisa aminoraba momentaneamente el calor de los rayos solares.
Si bien la brisa evita que uno se fatigue rapidamente no impide que la piel se queme, siendo de piel sensible, lejos de obtener un tono tostado, lo que gano es un ardor con una piel hinchada y caliente.
Para mi fortuna un meteoro había causado la llegada de lluvias y una constante presencia de nubes que hacian el caminar por la playa algo tranquilo, al menos en cuanto al riesgo de lograr un zarpullido por exposición solar.
Bajé la escalera del hotel que daba al mar y noté un par de niños que jugaban con un mar gris y espumoso, que me invitaba a alejarme de él, quizás fue eso, quizás el clima nublado... o quizás la bandera roja que hizaba a un lado del lugar vació del salvavidas, y de acuerdo al letrero oxidado significaba que el mar se encontraba peligroso.
De cualquier manera los bañistas parecían ignorarlo, o no les preocupaba de manera alguna, observé a un grupo de adolescentes jugar volley ball, los odié un poco y emprendí mi marcha. La arena era dura, oscura y rasposa, nada que ver con las playas del caribe, por lo que decidí no compararla más con aquel lugar pues además de ser injusto me amargaría el día.
Caminaba siete pasos, llegaba una ola y mojaba mis pies descalzos, y parte de la pierna del pantalón que a pesar de estar doblados hasta las rodillas y que él agua no alcanzaba tal altura, sí alcanzaba a salpicar. Un ritmo inexacto de pasos atraía una ola nueva, a veces eran dos secuencias de 4 pasos por ola, otras veces 7... por fin decidí que mis pasos no eran medida precisa y por otro lado el mar no parecía estar dispuesto a obedecer el conteo de pasos.
La diversión pues, se limitó a fijar la vista al piso al llegar la ola, y sentir como me iba moviendo cuando el agua se retiraba, el mismo efecto que a veces se llega a tener cuando el automovil de a lado avanza y uno cree que el propio auto está retrocediendo.
En una de tantas olas alcé la vista y ví un par de sujetos con una pinta nada amistosa, a los alrededores no se vislumbraba nadie más, así que la situación me parecía poco favorable para mi, y por lo mismo en extremo favorable para que alguno de ellos quisiera asaltarme. A unos pasos se encontraban varias rocas redondeadas por la erosión constante de las olas del mar, seleccioné rápidamente un par de ellas, guarde la más pequeña en un bolsillo y la otra la fui demostrando con la mano derecha mientra la arrojaba hacia arriba y la cachaba con la misma mano en un intento de parecer amenazante y presto para responder a cualquier agresión a la que quisieran hacerme victima.
Al pasar frente a ellos me saludaron con un – Buenas tardes- seguido de un – amigo ¿sabes qué hora es?- mi primer pensamiento fue – es hora de correr- y si bien no lo externé permitió ofrecerles una sonrisa auténtica mientras mascullaba la hora, me preguntaron que si me interesaba comprar ron pues habían encontrado una caja y que si bien eran briagos preferían la cerveza. Antes de continuar apareció de no se dónde una pareja ( hombre y mujer ) con mucho mejor apariencia que los costeños a los que les interesó la oferta; por mi parte puse pies en polvorosa y me retiré de vuelta al hotel pues la playa terminaba y lo siguiente eran el inicio del puerto.
De vuelta comencé a sentir picazón en los pies, voltee y entre lo que la arena permitía ver, comenzaban a aparecer puntos rosas, similares a como se ve el yoghurt natural cuando se le deja caer polvo de bebida sabor fresa, recordé haber leido que en las playas de Jalisco se había reportado que el indice de bacteria ecoli y otros bichitos presentes en aguas negras se encontraban diez veces arriba del máximo aceptable para el ser humano y comprendí porqué esas aguas estaban tan distintas del azul verdoso y cristalino del Caribe.
Ya por llegar al hotel se me aproximó un sujeto moreno, hinchado y viejo que vestía una camisa hawaina, me cortó el paso y me sacó una plática insulsa que no le veía forma de zafarla. De repenté pasó una jóven de escasos 14 años, el tipo la volteó a ver e hizo un comentario sexual referente a lo apetitosa que estaba ella. Yo me limité a no responder esperando que con eso se diera por aludido y se largara, de repente me dice, yo tengo unas fotos de ella si te interesa, en ese momento me encabroné, una cosa es que me hagan perder el tiempo y otra que me insinuen pederastra. Metí la mano a la bolsa del pantalón en búsca de la piedra mientras le decía molesto– no me interesa-, en eso pasó un conocido del congreso y me comentó que había dejado las llaves de la habitación con alguién más del grupo pues el se iba a meter a bañar al mar. Yo viendo una oportunidad de largarme de ahi le dije, está la bandera roja, no puedes bañarte VAMONOS, pero el promotor de menores procedió le dió la mano a aquel y le dijo – quieren divertirse, yo conozco de lugares-, desafortunadamente el otro tipo le contestó – Ahhhh, ¿sí?, ¿cómo de qué cosa?- el sujeto respondió – puedo conseguirle jovencitas, rubias, negras, cómo les gusten- el otro cuate, que por cierto tiene tipo de sacerdote, se sorprendió y le dijo -Nno, no, esa no era la clase de diversión que tenía en mente-, yo por mi parte comenzaba a retirarme cuando el payaso aquel dijo – Ahhh ya entiendo, no hay problema, yo respeto a la gente como ustedes, igual puedo llevarlos a un lugar así-... la gente como nosotros, ¿De qué habla este pendejo? si bien lo nerd es evidente entre nerds, no supuse que por ahi fuera la cosa, así que no quedaba de otra, de pederaste a marica en menos de 5 minutos, no pude evitarlo y lo increpé – ¿cuál gente como nosotros?, ¿que es eso de “gente cómo nosotros”?- el desgraciado sonrió y dijo – yo los respeto, no te preocupes- y le dije – yo no se quien te creas, pero no soy ni pederesta ni marica ni me interesa nada de lo que ofrezcas- y me quedé sin ideas, más adelante pensé que hubiera sido bueno amenazarlo con la policía, ponerle un par de mandarriazos con la piedra, darle un rodillazo en los testiculos o algo así... en ese momento sólo pude hacer esa aclaración, y con mirada de chingatumadre concluí con un – y ya no molestes-, me di la media vuelta y me dirigí al mostrador del hotel, les dije que había un tipo molestando en la playa, a lo que me contestaron – si no está dentro del hotel, no es cosa nuestra-, me retiré soltando un – gracias por nada- mientras crecían mis ganas de regresar a la playa y descalabrar al pedazo de hijo de perra aquel. Al día siguiente me encontré de nuevo al cuate del congreso con cara de cura y me dice - noté ayer que llevabas una piedra, fijate que a mi también me gustan las piedras- y al mismo tiempo sacaba una franela llena de piedritas, yo me limité a responder – te confundes, la piedra que llevaba la junté no por parecerme hermosa, sino que era lo suficientemente grande y filosa para poder romperle la sesera a alguién- en seguida el cuate recogió su franela y se mantuvo lejos de mi el resto del congreso... al menos sirvió de algo esa piedra, que dicho sea de paso se encuentra como pisapapeles en mi escritorio, lista para romperle la crisma a cualquiera que presente la molestía suficiente como para animarme a hacerlo.